Daniel melingo

Amablemente

Daniel melingo
La encontró en el bulín y en otros brazos...
Sin embargo, canchero y sin cabrearse,
Le dijo al gavilán: "puede rajarse
El hombre no es culpable en estos casos."

Al enrostrarse solo con la mina,
Pidió las alpargatas y ya listo,
Murmuro cual si nada hubiera visto:
"Cebame un par de mates, catalina."

La mina, jaboneada, le hizo caso
Y el varón, saboreándose un buen faso,
Siguió chamuyandole pavadas...

Y luego, besuqueándole la frente,
Con gran tranquilida y amablemente,
Le fajó treinta y cuatro puñaladas.

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