¡Bandoneón!...
Que lanzás al viento
por tus cien heridas
tu eterno lamento,
y que en cada aliento
renovás cien vidas
¡pa' gemir mejor!...
¡Sangrando armonías
o llorando quedo,
sos el fiel remedo
de mi propio amor!

Cuando se hinchan tus pulmones
para volcar en mil sones
el alma de tu armonía,
¡me parece la mía
tu doliente canción!...

Y te oprimo entre mis brazos
para arrancarla a pedazos
en una queja postrera,
¡como si en vos gimiera
mi propio corazón!...

¡Corazón!...
Que lanzás al viento
con cada suspiro
el hondo lamento
de tu sentimiento,
y en cada respiro
crece tu emoción...
Cuando en la tristeza
tu canción se abisma,
¡sos el alma misma
de mi bandoneón!...

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