Jorge yáñez y los moros

Y con brotes de mi siembra

Jorge yáñez y los moros
Cantado.
Por el camino, dormido
En charcos, yuyos y piedras,
Donde tu casa y la mía
Se secretean por señas
Y a una cuadra hablan de cosas
De grietas y de goteras,
Anoche pasó la muerte
Guapeando en su mula negra,
Con poncho de alba y mortaja
Y un hueso por lazo y rienda.
Caracoleo en mi ventana
Y se detuvo en tu puerta
Se echó a tu marido al anca,
A dos más les corrió penca
Y a mí, por poco me agarra
Y me lleva de las mechas.

Recitado.
¡quién se lo iba a imaginar!
Pensar que una remolienda
Que empezó batida en risas
Iba a cuajarse en tragedia
Que la amistad y el cariño
Se irían...a la misma mierda
Que por rencores añejos
Correría sangre fresca,
Y en ensalada de tajos
Picaríamos la fiesta.
¡buen dar con la polvorita
Bien celosa y traicionera
Que estalla cuando se juntan
Recuerdos, vino y polleras!
Y más con tu hombre, que siempre
Tomó de la chicha negra
Contigo, que eres como hacha
Para formar peloteras,
Y conmigo, que aunque nunca
Le busco el cuesco a la breva,
Cuando me pisan el poncho
Le armo un taco a la prudencia.
Ya iba corriendo la noche,
Trotando en las cuatro y media.
Del cordero no quedaba
Ni una presa para muestra.
El vino había corrido
Como para bañar yeguas
Y las cantoras, de roncas,
Ni aleteaban ya siquiera.
Fue entonces cuando el chano
Se subió a la carretela
Y gritó: ¡ei! ¿quiénes se animan
A ir al pueblo a revolverla?
¡vamos pues!, vamos, vamos…
¡vamos pues! - dijeron todos -
Pero antes, ¡la última cueca!
Y empezaron otra vez
A galopar las vihuelas,
A trillar voz las cantoras,
Y a encacharse las parejas.
El finado salió p'al patio,
Quizá para aliviar la conciencia,
Y tú que me andabas de antes
Con risitas y con señas,
Me agarraste por un ala
Y a la cancha la pareja.
Dimos la vuelta del brazo
Los demás hicieron rueda
Tú te subiste la falda
Hasta mostrar media pierna
Yo tiré al suelo la manta
Hice cantar las espuelas,
Y te rondé, como el gallo
El pañuelo en ala y cresta,
En una de punta y taco
Zapateada a toda rienda,
Con aro en el mismo vaso,
Abrazo y rodilla en tierra.
En medio del tamboreo,
La huifa y la sonajera,
Ahí no más se nos vino abajo,
De un solo tirón la fiesta.
Llegó el finado y se vino
Al bulto como una fiera.
Lo más suave que te dijo
Fue un nombre de cuatro letras.
A mí me sacó de un viaje
Al corral la parentela
Y me amagó con la argolla
Del rebenque a la cabeza.
No pudieron sujetarlo:
¡qué cristiano con más fuerza!
Su enteado pidió cartas
Mi hermano afianzó mi apuesta,
Y nos trenzamos los cuatro
A dar por donde cayera.
La cosa desde un comienza,
Se puso hedionda de fea.
Volaron los garabatos,
Los platos y las botellas.
Se alborotaron los gallos
No sé quién pisó la perra,
Y el mujerío chillaba
Como chancho en la batea.
El finado, fierro en mano,
Charqueaba el aire a la ciega.
Un tajo me mordió el hombro
Pelé también mi herramienta y ¡yah!...
Y hasta ahí no más me acuerdo,
Porque una manta de niebla
Me tupió al rojo los ojos,
La memoria y la conciencia.
Y aquí estoy ¡po! a lo hecho, pecho
Y que sea lo que dios quiera.
El que monta en pingo chúcaro,
Que aguante si corcovea.
Harto lo siento por ti,
Pero tiraste la piedra,
Y aunque ahora escondas la mano,
¿quién te mandó a hacerme señas,
A bailar sola conmigo
Y a mostrar tanto la pierna
Sabiendo bien que al finado
Siempre le ortigó la idea
De que si se dio en el gusto
Y te ganó por las buenas,
Se llevó terreno arado
Y con brotes de mi siembra?
Vo', de la fiesta al velorio
Yo, al hospital y a la celda...
¡qué tal, ah! ¿cuándo me invitai
Otra vez a bailar cueca?

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