Jorge yáñez y los moros

Yo no discuto con dios

Jorge yáñez y los moros
Recitado.
Yo no discuto con Dios
El sabrá lo que hace, pero
hoy se le pasó la mano
y me pegó hasta en el suelo...

Cantado.
De entrada, me cortó el lazo,
y el trenzado, nada menos,
un toro negro que andaba
de ayer con la bosta hirviendo.
Encima, me corneó el bayo
cuando se nos vino al cuerpo
y a mí por poco me saca
encumbrado entre los cuernos.
Después se aflojó la cincha
al ladearme en un encuentro,
y anduve arando a la fuerza
unos metros por el suelo.
Menos mal que en el porrazo
no me quebré ningún hueso.
En cambio, rompí la manta,
perdí un corvo casi nuevo
y me hice en una rodilla
un tajo de geme y medio.

Recitado.
Después de una media siesta,
que me compuso algo el cuerpo,
me apreté a morir la faja,
me eché un aguardiente al seco,
y para andar más seguro,
ensillé mi viejo overo,
con el que aguanté hasta lo último
sin aflojarle ni un pelo.
¡Que cuando uno está de malas,
no hay que andar con vasos medios
sino empinarse hasta el concho,
aun sabiendo que va muerto!
Así me gané un respiro,
peleando a lo indio en el suelo,
hasta que, de vuelta al rancho,
pisó mal el pobre overo,
y en un hoyo maldecido
se me mancó sin remedio.
Llegué con noche cerrada,
molido y muerto de sueño,
y ahí ya fueron las diez de última,
porque me tenía mi suegro
la nueva de que a las cinco
mi mujer tomó el expreso
y se fue, quién sabe a dónde,
sin dejar ni un hasta luego.

Cantado.
Yo debía conocer
las uvas de mi majuelo,
ya que ,al mes de andar con ella,
me tiró un pial con el cuento
de que era mío el encargo,
que ya traía en barbecho
pero si esto pasa ayer,
hoy moviera tierra y cielo
buscándola enceguecido
para hacer un escarmiento.
En cambio, hoy todo lo que hice
fue decirle al pobre viejo:

Recitado
¿Se fue? ¿Y por tan poco, taita,
se ha perdido el primer sueño?
Y es que en un maizal de males,
¿qué hace un choclo más o menos?

Cantado.
Por suerte, me dejó el crío
que, aunque no es mío, lo quiero.
La manta será frazada
del pobre huacho este invierno.

Recitado.
La pierna no me preocupa:
ya sola se hará un remiendo.
Tengo otro puñal. Del bayo,
quizá no sirva ni en cuero.
El lazo quedó botado
donde falló, y el overo,
mancado y todo, por noble
merece morir de viejo.

Cantado.
A ella, que le vaya bien
y se dé gusto sin miedo.
Aunque me arruinó la siembra
con sangre yo no la riego.

Recitado.
Por eso es que no discuto
con Dios, pero a ratos pienso
¿No me habrá tomado por otro
o le habrán ido con cuentos?

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